Hoy les hablaré sobre Francisco Casas, una bodega que tiene casi la misma historia que los abuelos de muchos de nosotros.
Su historia comienza en 1942, en Navalcarnero, cerquita de Madrid. Pero la verdadera aventura comienza en los años 60, cuando la familia se mueve al corazón de la Denominación de Origen Toro, en Zamora. Ahí es donde sucedió la magia.
Imaginen un lugar con inviernos helados, veranos de fuego, muy poca lluvia y suelos de arena, arcilla y cantos rodados. Parece hostil, pero es justamente ese estrés lo que hace que la uva Tinta de Toro (una especie de prima musculosa del Tempranillo) saque músculo, color, potencia y un carácter muy particular.
La familia Casas ya va por la cuarta generación y sigue trabajando viñedos con cepas de entre 25 y 60 años. Vides viejas que no producen mucho, pero lo que dan, lo dan con un poderío tremendo.
De allí salen varias líneas:
CAMPARRÓN: que va desde jóvenes frescos hasta reservas elegantes.
GAMAZO: más frutal y directo, ideal para descubrir el Toro sin asustarse.
VIÑA ALEZA Y VIÑA ABBA: las joyas del lugar; vinos con premios, redondos, intensos, con combinación de fruta madura, regaliz, un poquito de cacao y toques tostados.
Y aquí llega el primo "en serio" de los Gamazo y Camparrón: LOS BAYONES. Vino de viñas viejas (entre 15 y 40 años) en la Finca La Manga, que pasaron 14 meses en barrica y se atrevieron con un color granate de esos que mirarás y decís "este vino tiene algo para contar".
En tu nariz entra con aromas de humo, cuero, regaliz, fruta negra. Mientras que tu boca afloja sutil, elegante, con una retronasal que te hace querer un sorbo más. ¿El combo ideal para disfrutarlo? Un guiso especiado o un asado que tenga historia. Pero si se animan a un cordero al horno, un asado con brasas, o incluso un buen queso curado, van a ver cómo la potencia del vino se convierte en un abrazo.
Este vino tiene medalla de oro en "Mundus Vini" con 91 puntos James Suckling, es decir, no es un vino para nada tímido.
Un dato de color: Toro siempre fue tierra de vinos poderosos, tanto que se dice que eran los vinos que los Reyes Católicos mandaban en las carabelas de Colón hacia América. Imaginen, las primeras copas que se brindaron en el “Nuevo Mundo” podrían haber sido de esta misma zona.
En resumen: Francisco Casas no es solo una bodega familiar con historia; es una muestra de cómo el terruño duro, casi extremo, puede sacar lo mejor de una uva y transformarlo en vinos con carácter, fuerza ya la vez equilibrio.
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