Uno comúnmente creería que con el pasar de los años un vino siempre mejora. ¿Pero es del todo cierto eso?
Afortunadamente, todos los vinos tienen un punto óptimo; el periodo de tiempo cuando son mejores. La duración de este punto óptimo varía, pero, la mayoría de los productores hoy en día envasan sus vinos de manera que se aseguran que están bien cuando usted los compra y continúan en su punto óptimo durante un año o dos, en el caso de los vinos blancos, o hasta cuatro y muchos más, en el caso de los vinos tintos.
El vino es como un ser vivo: nace, crece y, a veces, alcanza una madurez envidiable, pero también puede envejecer mal. Te invito a descubrir cómo el tiempo afecta al vino, tanto para bien como para… no tanto.
El Vino Joven: Energía y Frescura
Los vinos jóvenes son pura vitalidad. Con aromas intensos y colores vibrantes, nos muestran las características más puras de la uva. Aquí los taninos (esa astringencia que sientes al tomar vino tinto) son vivos, y los sabores tienden a ser frescos y frutales. Estos vinos son ideales para disfrutar sin esperar.
La Crianza: Profundidad y Complejidad
Aquí es donde el tiempo comienza a trabajar su magia. En las barricas, el vino se afina, integrando los sabores de la madera y ganando en complejidad. Aparecen notas de vainilla, especias y tostados en los tintos, mientras que en los blancos se desarrollan aromas más maduros. La crianza es como un "entrenamiento" para el vino, que lo hace más redondo y suave.
La Evolución en la Botella: Matices y Riesgos
Una vez embotellado, el vino sigue evolucionando. Los vinos con buen potencial de guarda pueden ganar sabores increíbles con el tiempo: notas de cuero, tabaco, nueces… aromas que solo llegan a través de años de paciencia. Pero no todos los vinos están hechos para durar; algunos se oxidan y pierden sus aromas y sabores iniciales. Aquí es donde el tiempo puede ser un amigo o un enemigo.
¿Cuándo el Tiempo se Vuelve en Contra?
Incluso el mejor vino puede envejecer más allá de su punto ideal. Los aromas y sabores se desvanecen, los taninos se vuelven flojos, y el vino pierde su encanto. Es como una fruta pasada de madurez: ya no tiene esa frescura y vitalidad. Hay vinos pensados para envejecer, pero también muchos que están en su mejor momento cuando son disfrutados jóvenes.
Si realmente estas decidido a añejar el vino por más tiempo que eso, tu mejor recurso es tu vendedor de vinos, quien te puede ayudar a identificar cuáles vinos son apropiados para añejar, y cuáles no.
Una buena opción, para estar seguro, es probar con algún vino dulce (Tardío; Botritizado; Passito; Sautern). Debido a su alto contenido de azúcar y alcohol, "en muchos, muchos, casos, los vinos para postres son excelentes para añejar". "Se desarrollan durante bastante tiempo antes de pasar su punto óptimo, para luego,
convertirse en un jugo dulce y marrón".
Conclusión: Cada Momento Tiene su Encanto
El tiempo en el vino es una cuestión de balance. Un buen vino, bien guardado, puede darte una experiencia única después de años. Otros vinos, en cambio, están hechos para ser disfrutados en el momento, en su frescura más pura. Aprender a elegir cuándo abrir una botella es casi un arte, pero no te preocupes: ¡cada copa es una oportunidad para descubrirlo!
Por Damian Israel Casas
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